Llegar a Budapest desde Venecia (Italia) no fue asunto sencillo. Desde la ciudad de Venecia no hay tren ni bus directo a Budapest, además, por ser la ciudad de los canales tan turística , los boletos de tren (con sus respectivas combinaciones) estaban todos agotados. Por eso viajamos hasta la ciudad de Trieste (frontera de Italia con Eslovenia) para poder tomarnos desde allí un bus a Budapest. Decidimos hacer esta ruta basándonos en lo que nos dijeron en la oficina de turismo de Venecia y mirando el mapa vimos que irnos a Trieste podría ser una manera de acercarnos a nuestro nuevo destino, Budapest. Trieste no es una ciudad turística, así que seguro no tendríamos inconveniente en conseguir pasaje.
Llegamos a esta ciudad muy ventosa el domingo a las 16:00 hs. Típico día de verano que refrescó y se levantó viento por la tarde. Lo primero que hicimos fue ir a la oficina de ventas de tickets de bus, por internet habíamos visto que los domingos a las 22:30 salía bus para Budapest. La estación de buses era una verdadera tristeza y solo había una ventanilla, hicimos la cola, pero no tuvimos suerte. Los tickets para Budapest se vendían en la ventanilla de al lado, pero ese día estaba cerrado por ser domingo, nos dijeron que el bus paraba en la plaza (enfrente) y que los tickets los comprábamos directamente en el bus. Lindo panorama! En Trieste, esperar el bus y la noche en la plaza.
Con nuestras valijitas cruzamos al baño de la estación de trenes (al lado de la estación de buses, enfrente a la plaza) y allí nos abrigamos, sobre las cinco de la tarde había refrescado bastante, con decirles que tuve que ponerme los jeans, que hacía como dos meses que no usaba. Como todavía quedaban más de cuatro horas para que saliera el bus, decidimos dejar las valijas en la oficina de custodia de equipaje en la estación y salir a recorrer esta ciudad italiana de frontera. No tuvimos suerte, la oficina cerraba a las 18:00 hs, así que no nos convenía dejar el equipaje.
Salimos de la estación, cruzamos la plaza, ya casi estábamos decididos a salir a pasear con las valijas…… aunque nos llamaran “los tres chiflados de las valijas de Trieste” , cuando se nos ocurrió pedir para dejarlas en algún restorán o local que estuviera abierto. Terminamos de cruzar la plaza y nos enfrentamos a un restorán típico italiano. Entramos y nos pedimos una cerveza. La chica que atendía no era muy simpática, pero el dueño era un señor muy agradable y divertido que nos sacó conversación. Le contamos que estábamos de paso y le preguntamos qué podíamos conocer en un par de horas en Trieste?, nos indicó el paseo por la rambla y la plaza. De alguna manera, supimos darle un curso a la conversación que terminó en que el amable señor nos ofreciera para dejar las valijas en su restorán. Aceptamos el “ofrecimiento inducido”, dejamos las valijas y salimos a recorrer esta ciudad italiana que por esas cosas de la vida nos tocó conocer.

Luego del paseo, pasamos a retirar las valijas y regresamos a la plaza para esperar el bus. Si bien nos habían dicho a las 22:30, a eso de las 21:00 ya estábamos esperando porque supusimos que habría mucha gente sin asiento y sin boleto. Pues bien, supuesto falso. “Y se hicieron las diez y las once….” y “nadie” pero “nadie” se aparecía en la plaza, preguntamos al único taxista y nos dijo que le parecía que el bus salía de la estación, así que cruzamos a la estación…….. si la plaza era un panorama desolador, la estación era el desierto mismo, tenebroso y oscuro (a continuación ver imagen de la estación)…..

Ya casi las 23:00 hs, con las esperanzas venidas a menos, salimos de aquel estacionamiento abandonado (la estación) y nos fuimos a la plaza. Plan B comenzaba a gestionarse, quedarnos en Trieste…. buscar un hostel, preguntar en el restorán si conocían algún hospedaje por la zona… y ahí, mientras maquinábamos , vemos un bus que dobla en la otra esquina de la plaza, para del otro lado de la calle….. adelante marcaba en un letrero chiquito “Destino : Budapest” bien!!! cruzamos los tres corriendo con las valijas y nos instalamos al lado del guarda, teníamos que si o si irnos en ese bus!! arreglamos el precio, mostramos pasaporte y arriba! Ahí vamos Budapest!
Viajamos toda la noche del domingo y llegamos a la capital Húngara el lunes a las 7 de la mañana. Nos instalamos en nuestra nueva morada, un apartamentito muy sencillo, ubicado en un edificio un poco venido a menos, pero con muchas características lindas. Una de ellas, es que solo ese apartamento se alquilaba a viajeros, todos los demás estaban ocupados por habitantes de Budapest. Si hay algo que me gusta es poder sumergirme en la cotidianidad de un lugar. Los budapestinos se levantan muy temprano, sacan sus perros a pasear, escuchan el informativo matinal en la radio (supongo que es informativo, porque el húngaro no se entiende nada!), cocinan (talvez se preparan la vianda para el trabajo) y a eso de las nueve, diez de la mañana salen a trabajar. En definitiva, puedo confirmar que las personas, en el mundo, hacemos más o menos lo mismo. La rutina nos ha conquistado a todos!!

Luego de instalarnos, nos fuimos a dar una vuelta por el mercado central de Budapest, que es el mercado más grande de la ciudad. Estos mercados se construyeron en el marco del antiguo régimen, cuando Hungría era una de las Repúblicas de la Unión Soviética. El objetivo de los mercados era controlar la calidad de los alimentos, ya que la población estaba teniendo problemas sanitarios. Hoy en día es un destino principalmente turístico.

Almorzamos en el mercado, salchichas, cerdo y papas (bien livianito!). Si bien la papa es originaria de los pueblos nativos de los Andes, los europeos la llevaron para sus respectivos países, donde se obtuvieron otras variedades de esta verdura. La papa fue el principal alimento durante las guerras, por eso en estos países es un alimento tan típico y se prepara de distintas maneras. Sopas de papas, panes de papa y harina, papas con chorizos, son comidas de muy sencilla elaboración y pensadas para que la preparación sea rendidora.

Luego nos fuimos a caminar por uno de los tantos puentes que cruza el río Danubio. Este río divide la ciudad en dos partes : Buda y Pest. Buda es la parte más alta y allí se encuentra la antigua sede real, los palacios y las iglesias más importantes. Pest es la parte más comercial y moderna de Budapest. En Buda visitamos el Castillo de Buda, el museo de historia de Budapest y la Iglesia de Matías.

Luego regresamos a Pest por el Puente de las Cadenas, este es el puente más antiguo del Danubio. Asimismo, en el año 1949 tuvo que ser reconstruído, ya que durante la segunda guerra mundial los alemanes destruyeron todos los puentes de la ciudad.

Luego terminamos el día en la Plaza de los Héroes, donde conocí a Robit. Al llegar a la plaza nos sentamos en la base del monumento central a descansar un poco las piernas. Desde allí (más o menos metro y medio del piso) saludé a un niño que caminaba con sus padres. A los dos segundos el niño estaba sentadito a mi lado hablándome en húngaro! Naturalmente, no le entendía nada y era un niño muy pequeño para explicarle lo de las barreras idiómaticas, asi que le sonreí. La sonrisa es un idioma universal, desde la China hasta Hungría, tanto lo más pequeños como los más grandes sabemos que quiere decir una sonrisa y sabemos responder a eso, con otra sonrisa. Luego llegaron los padres de Robit con su hermano de unos 10 años que hablaba inglés porque había aprendido en la escuela, ahí nos presentamos e intercambiamos algunas palabras. Toda la familia de Robit era muy agradable.

Al día siguiente alquilamos bicicletas para recorrer la ciudad sobre ruedas Fuimos a recorrer el Parque de la Ciudad y la Isla Margarita, a la cual se llega cruzando uno de los puentes del río Danubio.

Se dice que Budapest es la ciudad más hermosa del Danubio. Yo no se si es la más hermosa, pero lo que les puedo decir es: menos mal que insistimos con ir a Budapest a pesar de que no fue asunto sencillo

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