Había una vez un país llamado Camboya, un país pobre, con carencias de infraestructura,con un pasado político muy duro…. Ese fue el cuento que no me contaron antes de llegar al Sudeste asiático. Que poco sabia de Camboya antes de llegar aquí (no quiere decir que sepa mucho ahora, claro).
El shock visual fue importante. No fue cruzar la frontera con Tailandia para empezar a divisar campos con plantaciones de arroz, mucho verde, casas muy precarias. Con caminos en mal estado. Todo esto enmarcado por un cielo azul intenso.

Mi recorrido empezó en Siem Reap, una ciudad al noroeste. Es muy famosa porque muy cerca se encuentran los templos de Angkor. Una ciudad entera construida en piedra al servicio de la producción de arroz. La “ciudad hidráulica” le llaman algunos. Estaba estratégicamente diseñada para irrigar los arrozales. Hoy solo quedan ruinas de más de 500 años, a las que la naturaleza les está ganando. Es impresionante ver como los árboles se están devorando los templos. Hay quien dice que la naturaleza siempre prima y quizás no se equivoque.

Recorriendo la ciudad bajo un calor intenso me reencontré con un viajero japonés que había conocido en un bus días atrás (de esos amigos de día completo que enriquecen nuestros viajes). Nos pusimos a conversar acerca de nuestra primera impresión acerca de Camboya. Estuvimos rato discutiendo, porque en un punto teníamos sentimientos encontrados. No sé como la conversación devino en cuanto nos gusta el cine y que películas acerca de Camboya conocíamos. Fue ahí cuando llego una gran recomendación de su parte: la película “The Killing Fields”(*), que trata acerca de la historia política reciente de Camboya y la dura dictadura que marco al país en los setenta, donde alrededor de tres millones de camboyanos murieron de forma brutal. Un genocidio con todas las letras solapado bajo la encomienda de eliminar al “enemigo oculto” se cometieron incontables violaciones, asesinatos, familias enteras murieron por una simple sospecha. Muchos dicen por ahí, que el terror que sufrió Camboya sobrepasa a la de los nazis.
Por supuesto que acepte la recomendación y me dispuse a buscar y ver la película. La vi. Después de hacerlo sentí que una puerta se había abierto. No pude evitar sentirme tristemente narcotizada con la historia del país, sin poder parar de buscar información al respecto. Es una historia trágica. Es triste. Me duele la historia reciente de Camboya.
Muchos dicen por ahí que es un país “sin identidad”, pero después de digerir lo visto, leído y reflexionado tengo otra opinión. Creo que es un país que fue gravemente herido, que sangro mucho, casi demasiado. Tanto que le ha costado más de tres décadas cerrar esas heridas y aun esta convaleciente.
No puedo más que recomendarles la película.
(*) Pelicula inglesa de 1984. Dirigida por Roland Joffé y protagonizada por Sam Waterston, Haing S. Ngor, John Malkovich entre otros.

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