Ya nos habían dicho que cuando le preguntabas a un japonés como llegar a un lugar él no te indicaba donde era, sino que te llevaba al lugar. Aunque lo habíamos escuchado más de una vez y de personas distintas, no creíamos 100%. Ver para creer… ahora creemos!

Llegando de noche a Tokio, después de 8 horas de vuelo, para pasar cinco días, la primera impresión fue rara. “Conversar” con las máquinas que venden tickets del metro, intentar entender como movernos por esa gran ciudad no es imposible, pero tampoco muy sencillo.

Después de bajar del metro a las 23h, seguir las instrucciones de como llegar al hostel, traducidas del japonés para el inglés por Google, entramos en un hostel, que no era el nuestro. 23h, después 8 horas de vuelo, con mochilas pesadas… la persona que nos atendió nos dió un mapa y algunas explicaciones pero seguíamos sin encontrar el nuestro. Dimos unas vueltas más y tomamos la sabia decisión de preguntarle a una muchacha que iba por la calle. Ella no entendió nuestro inglés, pero cuando le mostramos un papel con el nombre del hostel, dijo que conocía y nos sonrió. Pensamos “ahora nos explica con gestos y si tenemos suerte y nuestro sentido de la interpretación apurado, llegaremos”, pero no. Ella comenzó a caminar y nosotros sin mucha seguridad la seguimos. Salió como 5 o 6 cuadras de su camino, y nos llevó hasta la puerta del hostel. La primera impresión no solo es la que vale, sino también la que queda! Todos los días vivimos ese tipo de situaciones, inclusive sin preguntar, la gente se ofrecía a ayudarnos y nos acompañaba a los lugares.

Bueno, entonces ya les adelantamos lo más lindo que tiene Japón: la amabilidad de los japoneses, pero vimos otras cosas muy lindas también, como el paseo del Monte Fuji (Más info aquí: http://www.japan-guide.com/e/e2358_008.html). Hay un súper paquete, con tren, tranvías, barco, ómnibus y funicular, para que tengas 3 o más oportunidades de verlo. Paseo lindo que te lleva prácticamente todo el día.

Lago Ashi, al fondo el Monte Fuji

También vale mucho la pena conocer los templos y pasear por los muchísimos parques que hay por la ciudad. Destaque para el parque Ueno y Shinjuku Gyoen.

Parque Ueno

Las bicicletas sin candado, la limpieza de la ciudad y la tranquilidad y cortesía de los conductores también sorprenden.

Para no decir que solo hubo cosas lindas, la comida no nos gustó, pero la experiencia de interactuar con las máquinas para pedir un poco de arroz con carne nos divierte hasta hoy.

Acá la cuestión no era «que comer» en si «como comer?»

El idioma fue otro desafío, que, como uno imagina, es imposible de entender. Poca gente habla inglés, pero se esfuerzan mucho para entendernos. Después de algunos intentos, varios ruiditos y muchos gestos, hasta logramos comprar repelente en una farmacia donde el único idioma que el vendedor hablaba era japonés!

Nos fuimos de Tokio con muchas ganas de volver y de conocer otras ciudades japonesas, lo que haremos tan pronto podamos!

 

  • Nos quedamos en: Sakura hostel – solo tiene cuartos compartidos pero está muy bien ubicado y es súper cómodo. Recomendamos quedarse en el barrio Asakusa.
  • Comprar comida en el supermercado nos dio bastante resultado, ver los platos ayuda a imaginar (y solo imaginar) lo que hay adentro.
  • El transporte público funciona muy bien (metro) y llega a todos los lugares que vas a querer ir.
  • Tokio es más caro que lo deseado y más barato de lo que se dice.

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